Lira

viernes, 2 de septiembre de 2011

Los vuelos pindáricos

Píndaro (518-446 a.C.) es considerado al mayor poeta lírico de la literatura griega, la riqueza de sus palabras, la musicalidad de los versos y la variedad de la  métrica llevan a la elevación de su espíritu hacia los más grandes ideales. Gracias a su habilidad , en sus versos conseguía cambiar repentinamente  la lógica de lo que estaba escribiendo, son llamados así vuelos pindáricos, o sea  la facilidad con la que se pasa de un tema a otro sin relación aparente.




Píticas

VII -A Megacles de Atenas,
vencedor en la cuadriga.

Estrofa
El más bello preludio para la estirpe potente
de los Alcmeónidas es Atenas, la gran ciudad,
cuando hay que echar cimientos de canciones
en honor de los caballos.
Pues ¿qué patria, qué casa habitando podrás tu nombrar
que en Hélade sea oída
como más gloriosa?

Antístrofa

Porque en todas las ciudades se propala la fama
de los ciudadanos de Erecteo, oh Apolo, los que
en Pitón divina construyeron tu casa admirable.
¡Pero cinco victorias en Istmia me guían, y una muy insigne,
la Olimpíada de Zeus,
y dos conseguidas en Cirra,

Epodo

oh Megacles, tuyas y de tus antecesores!
En el éxito nuevo me gozo. Pero esto me duele:
que la envidia se vuelva a las obras hermosas. Se dice, por cierto,
que la dicha floreciente, constante,
trae así al hombre lo uno igual que lo otro.

Aforismos

- Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice.
- El día precedente enseña el día que sigue.
- Aprovecha la oportunidad en todas las cosas; no hay mérito mayor.

© Giulio Genovese 2011

jueves, 1 de septiembre de 2011

Anacreonte

Norbert Schrödl (1842-1912) - El poeta Anacreonte con sus musas


Anacreonte nació alrededor del 570 a.C. en la isla jónica de Teos. Dejó su ciudad natal bajo la amenaza de la invasión persa para trasladarse a Abdera en Tracia y luego a Samos a la corte del tirano Polícrates. A de la muerte de este ultimo pasó a residir en Atenas donde fue acogido con honores por Hiparco, hijo y sucesor de Pisístrato, protector de las artes. Cuando los tiranos fueron expulsados de Atenas encontró acogida en Tesalia, huésped de la corte de los Aleudas.  Murió en edad avanzada alrededor del año 485 a.C., probablemente después de haber vuelto a su nativa Teos.
Su obra fue ordenada por los filólogos alejandrinos en 5 o 6 libros  de los cuales nos quedan uno 160 fragmentos pero suficientes para apreciar la gracia de sus elegías, la fuerza de los yambos y la exaltación del eros y de la convivialidad en las elegías donde recoge la tradición de Safo y Alceo.
Su lengua es el dialecto jónico con algún elemento eólicos. La poesía de Anacreonte se desarrolla en el ámbito del simposio. Los temas más frecuentes son eróticos y convivales, expresados de forma flexible y armoniosa y caracterizados siempre por un sentido de la  mesura che califica, antes del estilo, el modo di sentir del poeta. El eros es expresado como juego,  más che atormentada pasión, y el banquete es ocasión de alegría y de amables conversaciones, más que de embriagueces descontroladas.
Fueron numerosas las imitaciones de su poesía en época helenística de los temas convivales y eróticos dichos Anacreónticos. En Roma este género se difundió mucho y Horacio es considerado un continuador de  los modos y tonos de Anacreonte.


Tres fragmentos de carácter amoroso:

Yo querría convertirme en espejo, para que tu me miraras siempre; quisiera ser túnica para que me llevaras puesto siempre; yo quisiera ser, amiga mía el agua con que bañas tu cuerpo, la esencia con que te perfumas, la bandeleta que sostiene tus pechos, la perla que adorna tu cuello; y hasta quisiera ser sandalia porque as¡, por lo menos, podría vivir a tus pies.

Flota como un alga blanca, sus manos de pálidos reflejos hienden las olas que sostienen su cuerpo y la impulsan hacia adelante. Encima de sus pechos rosados, encima de su cuello delicado, el agua profunda viene a chocar con su garganta; y en la transparencia azulada del mar apacible Cipris aparece, semejante a un lirio rodeado de violetas.

Imita a Anacreonte el cantar armonioso. Vacía en honor de los jóvenes la amable copa que inspira la elocuencia; busquemos en el dulce néctar un consuelo que nos permita huir de los ardores del amor.

© Giulio Genovese 2011

sábado, 8 de enero de 2011

Alceo

Alceo nació en 630 a.C. en Lesbos de una familia aristocrática. Su vida fue marcada por el interés  político y por la lucha contra el poder absolutista de los tiranos Melancros, Mirsilo y Pitaco. Estos choques le llevaron al alejamiento forzoso da las actividades públicas. Su obra despertó la atención de los alejandrinos que la recopilaron en diez libros;  hoy nos quedan sólo cuatrocientos fragmentos.
Los temas de sus obras son muy variados: la pasión política, el amor, el convite, la batalla y la precariedad de la vida. Estos son  tratados con un tono muy  aristocrático  y con una gran vivacidad expresiva. Su poesía refleja las ideas de su propia eteria. Escribió además poesías dedicadas a los jóvenes.
Dos poemas
Bebe y emborráchate, Melanipo, conmigo. ¿Qué piensas?
¿Qué vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqueronte,
Una vez ya cruzado, y de nuevo del sol la luz clara
Vas a ver? Vamos, no te empeñes en tamañas porfías.
En efecto, también Sísifo, rey de los eolios, que a todos
Superaba en ingenio, se jactó de escapar a la muerte.
Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,
Dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible
Y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde
Bajo la negra tierra. Con que, vamos, no te ilusiones.
Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ahora importa
Gozar de todo aquello que un dios pueda ofrecernos.

Destella la enorme mansión con el bronce;
Y está todo el techo muy bien adornado
Con refulgentes cascos, y de ellos
Cuelgan los albos penachos de crines
De caballo, que engalanan el arnés
De un guerrero. De ganchos que ocultan
Que están enganchadas las grebas brillantes
De bronce, defensas del más duro dardo,
Los coseletes de lino reciente
Y cóncavos escudos cubren el suelo.
Junto a ellos están las espadas de Cálcide,
Y muchos cintos y casacas de guerra.
Ya no es posible olvidarnos de eso,
Una vez que a la acción nos hemos lanzado.

Safo y Alceo - Lawrence Alma-Tadema












© Giulio Genovese 2011

viernes, 7 de enero de 2011

La lírica de Safo

Safo (Σαπφώ en griego), poetisa griega que vivió entre el VII y el VI siglo a.C. nació en Ereso, en la isla de Lesbos, pero transcurrió la mayor parte de su vida en Mitilene, la ciudad más importante de la isla. No se conoce tampoco la fecha de su  muerte ni las circunstancias en la que se produjo, aunque por una composición se deduce que alcanzo la tarda edad. La leyenda quiere que murió tirandose desde un faro en la isla de Lefkada, a causa del amor no correspondido hacia el joven Faón.
La oda a Afrodita es posiblemente una de las más bellas y delicadas líricas pervenidas, Safo expresa la pena y la ansiedad por un amor no siempre correspondido y el tormento que este le da. Esta lírica asume la forma de una oración en la que Safo intenta involucrar la diosa en su favor y esta prontamente interviene de manera directa. En esta poesía la fuerza emotiva se conjuga con la elegancia y la suavidad de las expresiones.


Oda a Afrodita

¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
   inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
   augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
   perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
   dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
   a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
   preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
   qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
   y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor.
Safo, me dijiste, ¿quién se atreve a injuriarte?
   Si te rehuye, pronto te ha de buscar;
   si rehúsa tus obsequios, pronto te los ofrecerá él mismo.
Si ahora no te ama, te amará hasta cuando no lo desees.¡Ven a mí ahora también, líbrame de mis crueles tormentos!
¡Cumple los deseos de mi corazón, no me rehúses tu
   ayuda todopoderosa!
Lamento:
Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor a un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor. 




© Giulio Genovese 2011